Reflexión sobre un escrito que me compartieron por Facebook acerca de los niños con Síndrome de Down
Una de mis hermanas de la congregación cristiana donde yo asistía, tiene un niño con síndrome de Down. Es un niño adorable, con todo y su inquietud y sus reacciones de pronto desconcertantes.Ella comparte conmigo diversas noticias y artículos relacionados con ese síndrome pues un día le confesé que poco o casi nada sabía yo al respecto, y que la verdad me gustaría obtener más información.
Hoy que entré al Facebook me encontré con que había compartido conmigo este artículo: Todos somos imperfectos. Léelo, te aseguro que lo vas a disfrutar.
La autora del artículo se enfoca en la educación de los niños con Síndrome de Down, y en general de los niños discapacitados, enfatizando en varios factores:
- No compadecerlos.
- No estigmatizarlos.
- Comprenderlos.
- Disciplinarlos.
- Enseñarles en la medida de sus capacidades.
- No desvalorizarlos.
Cuando tuve a mi hija con síndrome de Down y comenzamos a recorrer un camino en donde la imperfección se hace más obvia y cruda por distintas razones, reafirmé la idea de que los seres humanos somos tan imperfectos, tan ignorantes en algunos aspectos, tanto, como que en otros tenemos las mayores habilidades, conocimientos y aptitudes..Cuando leí eso, lo primero que se me vinieron a la mente fueronmis propias incapacidades, o con lo que batallo:
- Para ser una esposa virtuosa.
- Para ser una buena amiga.
- Para hablar gentilmente.
- Para ser una abuelita consentidora.
- Y un largo (y penoso) etcétera...
Por lo tanto, considero que debemos ejercer presión en nuestros hijos con discapacidad, de acuerdo a las capacidades que vaya presentando, empatándola con sus gustos, habilidades, emociones, empatías, para que los procesos de aprendizaje se den de forma sencilla y completa.Ufh, no pude menos que pensar en mi Padre Eterno, que es mi mejor ejemplo a seguir, el único ejemplo que vale la pena imitar... Él me ha tomado así, con todo y esas incapacidades, y me enseña, me adiestra, me entrena, me disciplina, me corrige, me exhorta... y me ama... tanto, que se toma su tiempo conmigo, con paciencia, con amor, con misericordia, y con mucha firmeza.
“Buscar la perfección” es una frase que comúnmente escuchamos o leemos, que no creo que esté mal, muy al contrario, nos impulsa a mejorar y buscar corregir acciones que estemos realizando de forma incorrecta o que no representan las capacidades en algunos casos.
Pero en otros casos, está búsqueda de la perfección nos impulsa a proyectarnos imposibles, presionarnos, compararnos, martirizarnos y nos impide ver las opciones de oportunidades que tienen nuestros hijos, con su individualidad y ritmos, como todos los seres humanos de este planeta.
Debemos ser capaces como padres de mediar entre la búsqueda de esa perfección idealizada y la imperfección con la que vivimos, lograr el balance que les permita a las personas con discapacidad lograr sueños y metas, porque con seguridad lo lograrán.
Porque Él me asegura:
1 Corintios 10:13 → No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.Y también:
Filipenses 1:6 → estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;¿No es hermoso cómo es que en esta pequeña frase está englobado todo lo que Maroly dijo en su artículo? ¿No es maravillosa la forma como el Eterno realmente quiere escribir su Torá en nuestros corazones? ¿Quién si no el Aliento Santo pudo haber puesto en la mente de esta mujer esos comentarios tan acertados?
No cabe duda; el Todopoderoso me sigue dando motivos para seguir adelante, y perseverar en obediencia a sus Instrucciones.
¡Shalom!👋😍